jueves, 31 de marzo de 2011

Trastornos alimentarios

Frío
de Laurie Halse Anderson..........................................Nota:4/5

Frío, Laurie, portada

        Este es uno de esos libros que te llaman la atención, entre otras cosas, por su portada. Yo tengo una personalidad un poco bastante infantil, y como a la mayoría de los niños me pirran las cosas brillantes... y esta portada tiene una especie de purpurina invisible que brilla en tonos azul-verdosos cuando le da la luz en cierto ángulo... el caso es que si mueves la portada verás cristalitos de hielo brillantes, y es bastante divertido y hace que poses tu vista en el cuando pasas por delante de la estantería, lo cojas, leas el resumen y, como no tiene mala pinta, lo sacas a ver que tal (es lo bueno de las bibliotecas, puedes arriesgar lo que quieras, ya que no pierdes nada (bueno, un poco de tiempo que de todas formas hubiera perdido igual en alguna chorrada aun peor).

     El caso es que aquí el arriesgamiento salió bien, y aunque no soy muy aficionado a los dramas he de admitir que los últimos que me he leído estuvieron bastante bien. Así y todo sigo prefiriendo las aventuras, fantasías y distopías...Sin embargo siempre hay que probar un poco de todo.

    Bueno, yendo al grano, Lia es una adolescente con un problema bastante serio que no suele tratarse en libros juveniles: tiene un trastorno alimentario brutal. La obsesión por ser las más delgadas introdujo a Lia y a su amiga Cassie en un pozo sin fondo. Lia: no comiendo, Cassie: vomitando todo cuanto comía. Pero ahora Cassie está muerta, y la ya de por sí complicada vida de Lia pega otro tumbo. Ahora Cassie la persigue en sueños, quiere llevársela con ella... y si las cosas siguen así, pronto lo conseguirá.

     Lo mejor del libro creo que es la forma en que está escrito. Todo te lo cuenta bajo el punto de vista de Lia, y o Lia es una poetisa en potencia o la falta de azúcar y el agotamiento hacen que su cerebro funcione raro (no se si ese era el objetivo de la autora, pero me encanta esa sensación). Todo tiene un aire onírico, difuso, etéreo, casi mágico: el olor de las magdalenas, el cansancio, el hambre, el frío... Cada cosa está llena de una sarta de adjetivos que te dan la sensación de estar flotando medio dormido, a punto de cerrar los ojos para siempre...

     Dentro de este ambiente onírico semipermanente vemos un tinte paranormal que no sabemos si realmente está ahí o son visiones fruto del agotamiento.

     También se muestra muy bien la obsesión de Lia por perder peso, obsesión de la que ella es consciente, pero que no puede evitar. Esa es su única motivación, esa ha sido su única meta durante los últimos años de su vida. Ningún tratamiento la ha ayudado, porque ella no quiere curarse, su vida perdería el sentido. No quiere hacer daño a su familia, a su hermana pequeña, sabe que lo que hace es peligroso, que es asqueroso, pero simplemente no sabe hacer otra cosa más que sufrir y pasar hambre. Puede parecer poco creíble, pero ¿acaso no lo parece en la vida real?

     En ese sentido me recuerda un poco a Willow, otro gran libro que me leí hace un tiempo, del estilo, y que también recomiendo (aún más).


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